1 de octubre de 2010
Una cuadra aromática
Mi caminata a la facultad está llena de eventos. La primera cuadra es el primer ejemplo, porque paso por la librería y el ruludo me saluda, pero si bien es mi momento favorito, no es el único que disfruto. Unas calles más adelante hay dos fragantes personajes: un pelado que vende sahumerios y, pocos metros más allá, un viejito que vende lavanda y otras hierbas que yo supongo y espero sean legales. El pelado suele ser bastante estridente y musicaliza la cuadra al son de "sahumeriooooooooooooos", de los cuales siempre tiene uno encendido a modo de muestra gratis. El viejito comercializa su producto de una forma más pasiva, ofreciéndolo respetuosamente a los transeúntes e invitándolos a olfatear. Yo nunca compré ni sahumerios ni lavanda, pero me encanta pasar por ahí. Siempre disminuyo la velocidad en esa parte y me concentro en los aromas. Me siento dichosa de que algunos metros de los que camino todos los días tengan buen olor. Es mi momento perfumado del día y sencillamente me pone de buen humor. Nada más que eso.
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